Carlos Del Real

El arco

Señor Dios, divino arquero,

haz de mí un arco útil,

fuerte y resistente

y de buena madera,

rígido pero flexible,

sólido pero absorbente.

 

Curtume en el mar de la vida

y unge con tu aceite mis fibras.

 

Y de mi mujer haz señor,

la cinta de hilos finos,

fuerte como la pita,

suave como el lino.

 

Tuerzela con tus manos

y atala a mis extremos.

 

Y también señor,

haz de nuestros hijos flechas,

tan firmes como rectas

y de buen tamaño y grosor.

 

Y entonces tu señor,

tu que eres entre tanto

el arquero divino,

con la fuerza de tus brazos

y mirando hacia el camino,

pon tu pulso en este arco

y a esas flechas dales tino,

afin que den en el blanco

en la diana de sus destinos,

más sin que hieran a su paso

ni a las piedras del camino.

 

Yo entonces diré orgulloso,

bendecido y realizado:

--Gracias te doy señor,

por hacer de mi un arco brioso,

bien curtido y bien empleado.

 

Y luego aclamare también

con alegría desesperada:

--Gracias por lo que hoy soy señor,

porque pude ser un trozo

de madera apolillada.