Esperando en esa espera inteligente,
que nace de la espuma,
esperanza que nace de los manglares y de lo urbano,
entre gritos ahogados en la incertidumbre,
labra el asfalto y labra también en la celeste naturaleza,
que la esperanza se alimenta
de los actos
y pensamientos que nacen,
en los pies de piel sensible,
y nunca transcienden el intelecto,
si no que lo amamanta
con una leche pura,
que lo hace más noble
inquieto y apasionado.