Dime que me gané un lugar dentro de tu corazón en tan sólo unas semanas; que si hoy me voy, no me olvidarías nunca.
Dime que soy alguien especial para ti, que no soy un cualquiera en tu vida; que desde que nací en tus ojos, soy inmortal en tu cabeza.
Dime que tus noches son vacías si no hablas conmigo hasta desvelarte; y que por más que hablemos todo el día, no te cansan nuestras conversaciones.
Cuéntame de las veces en que me adueño de tu mente hasta cuando duermes; y que si acaso no aparezco entre tus sueños, piensas que estás teniendo una pesadilla.
Háblame de tus latidos, dime que se aceleran cada vez que me miras; y que mueres en mis brazos cada vez que te sonrío.
Dime que esperas el tren que te lleva hasta mi alma; y que no tomarás otro si acaso no te trae hacia mi.
Dime que tus días se hacen eternos si no estoy en ellos; que esperas con ansias el momento de volverme a ver, aunque ese momento pase más rápido que un pestañeo.
Dime que soy tu droga tal como tú eres la mía; que no hay nada mejor que mi compañía si te sientes sola y vacía.
Muéstrame tus miedos y te ayudaré a enfrentarlos con uñas y dientes; sacaré tu lado más valiente y si no puedes con ellos, yo lo haré por ti.
Dime que mueres por probar mi boca, tal como yo anhelo conocer el sabor de tus labios; que aunque sea prohibido, quieres zambullirte en el mar infinito de mis besos.
Aduéñate de ellos, aunque la cantidad sea equivalente a todos los granos de arena del mundo.
Dime que me quieres a tu lado, que afrontarás cualquier pecado estando conmigo para siempre.
Dime que me quieres, pero no como un amigo; sino como alguien a quien abrazar para toda la vida.
Dímelo, aunque sea mentira.