Cuando se dice adiós
solo podemos
dar la espalda
a lo que un hola
se le dio.
Solo debemos
girar la cara,
cruzar los brazos
o ponerlos en jarras,
y solo pensar
en el jamás,
en el nunca,
y no en el tal vez,
en el quizá.
Cuando se dice adiós,
las palabras que hieren
se quedan muertas,
y solo se tienen
las verdaderas.
Los malditos momentos
de rabia y desencanto,
hacen llover piedras
como cantos
y nos matan,
nos rematan,
y decimos adiós sin ganas,
sin alma.
Cuando decimos adiós,
nos quitamos las gafas del amor
y nos mira la tristeza de cara,
directamente,
y nos deja un sabor amargo,
en nuestra mente un letargo,
que nos hace más fuertes
y más débiles a la vez,
nos miramos
con cara de pez
y nos decimos,
adiós mi amor,
no se por qué,
la razón
o el motivo
para decirnos
adiós.........
Javi Lobo.