Jugando y creciendo en la quebrada húmeda
Disfrutar del juego que siempre disfruté
cuando era niño...
resbalarme en la quebrada
por el tobogán de hojas mustias
caídas de lo alto cuando el árbol gigante
se desnuda y muestra su tronco recto y largo
como sombra del ocaso del rey sol
buscando su refugio
para pasar la noche...
Hermoso y fuerte te ves árbol
como pilar de mármol,
sostienes el cielo cuando los rayos de la tarde
alumbran tu estructura
capaz de sustentar
el techo del mundo,
al contemplarte desde el húmedo suelo
que te rodea..
maravillado...conmovido,
- milagro único.
Cada gota del cristal de aguas
que en llovizna cae por la noches
va formando cuentas transparentes
que se deslizan lento
por los toboganes naturales
de las hojas y ramas de los árboles grandes
y pequeños que habitan la quebrada,
aquella, de mis infantiles juegos.
Deslizarse en la humedad
utilizando el barro suelto y las hojas caídas,
es delicia que no termina
en tanto puedas ir tocando con las manos,
las hojas, pequeñas ramas, matorrales
y las flores...sin ver nada
- ojos cerrados, solo animal instinto
utilizado para esquivar
los vecinos troncos
que marcan el sendero
de mis solitarios juegos
hasta llegar al borde
de la corriente de agua
que desciende por la quebrada
como cinta de espuma y plata.
La humedad se queda pegada
al cuerpo de uno,
también del musgo,
de las hojas amarillas
descolgadas
y que ahora tapizan el suelo,
los rincones
y las orillas de la quebrada entera
que ayudará a la vida cuando pase el tiempo
- por ahora es parte de mis juegos.