Aun tercamente por ella delibero,
aun en mis adentros pienso y examino
el entorno dable sobre mi destino...
Un mutuo perdón lo daré primero.
Pero no es posible, otros elementos
distorsionan juntos, reconciliaciones.
Pronto daré de baja a mis ilusiones,
pronto me enrumbaré con otros vientos.
Justifico esto, por favor, y argumento
por hechos que son palpables y cercanos:
por ejemplo el tomarnos de las manos
le molesta sin sentido... sin sustento.
Tengo miedo, a cada rato, de abrazarle,
de decirle que la quiero con porfía...
me responde con desdén, con ironía...
pero yo, mi corazón quisiera darle.
Su cariño, si es cariño, es limitado
porque huye de mis manos y caricias...
son furtivas, ajenas, subrepticias...
que yo cierta alegría he imitado.
Cuánto optimismo corría por mis venas,
escondido tras el velo de mis penas...
cuánto amor del verdadero sobre quenas
se elevó, pero cayó en yermas arenas.
Y a pesar del cruel rechazo, disimulo
la alegría de existir junto a su lado
pero mucho me doy cuenta... está anulado,
su afecto ya no es el mismo, ahora es nulo.
No podré controlar, desgraciadamente,
los eventos de su mundo de ilusiones,
no podré... en lo que era amor hay confusiones,
no podré con su corazón y su mente.
Mi amor, etéreo e intangible inquilino
se resigna a sufrir esta dura pena
que tiene carácter de eterna condena...
¿Cuál será..., no se..., el fin de mi destino?
Yo la miro entusiasmado, fijamente,
ella piensa en otro amor secretamente...
Yo la evoco en mi memoria, dulcemente...
Ella pienso que actúo, morbosamente.