Hoy me sorprendió la noche
con luces de pasión encendida,
con chispas de inspiración
que llegaron a mí en derroche.
Sentí ganas de hablarle a la luna,
de murmurarle al oído al viento
y de abrazar la oscuridad
arrullándome hasta quedarme dormida.
Abrí las ventanas del alma
para ver lo que escondía,
desechando lo que estorbaba
y atesorando lo que valía.
En mi mente invertí los tiempos
mirando atrás en retrospectiva,
regocijándome de los goces
que siempre me dio la vida.
No hubo cuestionamiento alguno
de las lágrimas de algunos días,
son el sabor que condimentan
la dicha que viene cuando las limpias.
Jamás en otro lugar, en otro momento
pude haber concebido mi existencia,
nací en el tiempo y lugar preciso
para ganar de cada experiencia.
Y si he sufrido ya lo he olvidado,
si no me han querido lo he ignorado,
pero a quien me ha amado
el corazón entero le he brindado.
Me posesiono de las estrellas
para que lleven mis plegarias,
dando gracias por la existencia
y la dicha plena del mañana.
Yolanda Valenzuela Gaxiola