EL MAGO
No hay decreto que pregone, ninguna alcaldía,
Que el mago, el de los “milagros”, no pueda sentirse triste
Aunque tiene la varita que convierte las cosas,
No puede sobreponerse, a la pena que lo envuelve
Nadie sabe que en las noches, cuando cae el telón,
La angustia se apodera, de su pobre corazón
Las estrellas que se cuelan por el postigo entreabierto,
De su íntimo rincón
Han visto correr su llanto, perdido en el desconcierto
Es que se ha enamorado, con locura y sin remedio
De la niña que lo asiste, en cada presentación
Con su capa y galera, es el señor de la sala,
El héroe de los niños, para los grandes ¡el mejor!
Callado siente el amor, ella dice que ama a otro,
Si pudieras, luna, hablarle de su cariño,
Decirle que ha perdido, de su vida, hasta el timón
No hay muralla que contenga, la fuerza de su pasión
Sueña con un beso suyo y la caricia de sus manos
Que no se apague la luz, que ilumine su ilusión,
Sigue el mago mostrando, las cosas que no existen
Y por su cara rodando, la última lágrima, de la función