DULCE BAILE
Son muchas horas en las que hemos vivido buenos y malos momentos, en las que hemos compartido sonrisas otras veces lágrimas que han manchado al presumido papel, siempre blanco, sin arrugas y con sus bordes perfectamente alineados.
A veces, mis lágrimas caían haciendo mella sobre la tinta, que se resbalaba por el delicado papel, creando falsos tatuajes, cada vez que sentía los escalofríos que le causaban mi tristeza.
Recuerdo aquellos dulces bailes acompasados donde, la pista de baile la formaba aquel blanco e impecable papel y aquellos dos amantes bailarines, pluma y mano.
La pluma se dejaba llevar por los movimientos de mis dedos regalándole caricias sin perder el paso, esos delicados movimientos que mi mano era capaz de captar de mi mente. Tres amigos emocionados pasando horas, disfrutando de la música que mi mente era capaz de crear.
En ocasiones retrocedíamos en nuestro baile causando borrones sobre el blanco papel, eso causaba en él una ineludible irritación, pues al querer borrar algunos recuerdos que era lo que gravaban nuestros bailes alejábamos al papel de su bella elegancia.
Quizá de los tres, el blanco papel, era y es el más paciente, pues sobre él, caían las últimas decisiones tomadas a veces sin previo aviso y, otras veces nos echaba de menos esperando paciente y celoso al ver mi mano abrazada a esa dulce pluma pero, sin ganas de bailar en ese fiel amigo vestido de blanco papel. Que fiel amigo, como un dulce espectador, veía tiernas caricias entre la pluma y mis delicados dedos, traductores de todo mi ser.
Quizá sea por eso, la costumbre que hace tiempo descubrí que había aparecido en mi manera de coger el papel.
Mis tres primeros dedos separan el primer folio de los demás con dulzura y delicadeza, intentando no desvanecer su elegancia, lo dejan caer suavemente sobre la mesa, previamente preparada para la ocasión. Acomodo siempre la hoja tumbada horizontalmente y, es entonces cuando le paso el dorso de mi mano regalándole una caricia un par de veces, después repito lo mismo con la palma de mi mano y es entonces cuando ya puedo coger la pluma y, empezar uno de nuestros bailes capaces de dejar huella y emocionar a quien tenga la suerte de poder leerlos.
Emociona vernos a los tres cuando decido encender el foco que nos sigue en el escenario, haciendo aún más bello nuestro baile, el baile de tres buenos amigos.