El viento en la floresta que remeda
al canto sagrado de Polimnia en lira
y la tarde roja se deshoja en primavera
seduciendo como el cano cisne a Leda.
Y la tarde, se muere lejana y lenta
tras la cúpula del pálido templete,
en olores a flores y a campo agreste
ya se despide la tarde amarillenta.
Y mientras los gritos infantiles cesan,
los enamorados alimentando sueños
al pie del roble ríen y se quedan,
como queriendo oler por vez primera
los últimos olores nupciales y sedeños
de los místicos álamos en primavera.