El cuerpo nos sostiene
deshojándose junto al calendario.
Despojándose de emociones
vertiéndose entre nostalgias,
hasta ser solo piel y huesos.
El cuerpo que se envejece
envolviéndonos cual sudario.
Apagándonos las pasiones
ahuyentándonos la esperanza,
y el espíritu queda ileso.