Pequeño colibrí
en el jardín de mi infancia
bebes el dulce néctar con frenesí,
detente con gracia.
Anima mi espíritu
batiendo incansable tus alas
para aspirar el aroma que exhalas.
Visita de nuevo, con ímpetuo
este florido santuario
que viste de recuerdos, a diario,
mi devenir tan superfluo.
Tu color me recuerda
la esperanza que un día
llamó a mi puerta.
©Mirna L. Carranza Archila