Percibo esa sabia dulce en sus labios
junto a la ternura de un beso ancestral,
precipita a mi boca de querer su estampa
de querer el placer de su fina esencia.
¡Oh, que inmensa se descalza!
¡Inquieta fulge la añoranza!
Ebria mi alma canta con apetencia
a una sola voz, las cadencias del aroma
a un solo compás, la palidez que guarda
cada animada mejilla de su rostro.
¡Es bendita mi alma! ¡Es mi corazón vencido!
glorisimas sus jergas que descorre
cogen vuelo y me embisten, como guijarros de la honda.
Yo sobre los montes más altos
en la cúspide la coroné de flores
la empape de honra y de amor la inunde.
¿Quién la vio venir al medio día?
¿Se me ha pasado verla?
algún día me alzara su mirada.