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La grande Tita Merello

 

Desde algunos días me “rondaba por mi mente” la figura de una gran mujer.

Hace cinco años me la topé por accidente, en uno de sus tangos y me interesé por su historia.

Realmente impresionante. Premítanme compartir con ustedes este pequeño homenaje.

 

Laura Ana Merello, conocida en el mundo artístico con el nombre de Tita Merello. Pionera del teatro y del cine Argentino. Actriz y cantante de tango y milonga.

He podido apreciar su actuación en algunas de sus legendarias películas: ¡Tango!, Filomena Marturano, Mercado de abasto, gaucho, La amorina (mejor actriz del año). Se cuentan más de treinta películas en las cuales actuó.

Leyendo la vida de esta extraordinaria mujer, no se puede que admirar tan magnífica figura.

 

Marcada por una infancia donde la pobreza, la miseria, tuvieron un protagonismo. Nace en uno de los barrios más pobres de Buenos Aires llamado San Telmo, un 11 de octubre del 1904.

 

Pierde su padre, (camionero) de tuberculosis cuando tan solo contaba con cuatro meses de vida. Recordando este hecho, ella misma dirá: “El dolor nació conmigo”

Su madre, (planchadora) viuda joven, teniendo que trabajar la deja en un asilo, con tan solo cinco años de edad.

Cuando abandona el asilo, muy joven aún, casi niña, se va a Montevideo donde trabaja como “sirvienta”.

Un tío se interesa por ella, la va a buscar y se la lleva a trabajar al campo donde ordeñó, preparaba asados, limpiaba chiqueros: “Trabajaba con un hombrecillo entre hombres. Pasaban los días, las noches. Nunca un gesto de ternura”. Soledad, pobreza, abandono marcaron su personalidad.

Recordando su infancia Tita se definía como “Una chica triste, pobre y además fea. Presentía que iba a seguir siéndolo siempre”. Nunca se consideró una mujer bonita, de ahí una de sus famosas frases: “No hace falta ser bonita, basta con parecerlo”.

A los dieciséis años regresa a Buenos Aires y debuta en el teatro BA-TA-CLAN.

Cuenta que cuando el empresario le preguntó si sabía cantar, ella le respondió que no. ¿Sabés bailar?, negativa fue la respuesta. ¿Sabés actuar?. Pues no. Pero tengo dieseis años – le dijo - . El empresario la contrató. Comenzó como “vedette rae”, cantante que entonaba tangos humorísticos, de neto corte fardo.

Por falta de estudio fue analfabeta hasta la edad de veinte años.

 

Uno de sus biógrafos, Néstor Romano escribió:   «Jamás pasó por un conservatorio de arte escénico ni educó su voz en escuelas de canto. Simplemente se hizo en la calle. Sin ayuda de nadie, a fuerza de talento y voluntad. Construyó una carrera que la llevó desde los bares del bajo porteño y una cuarta fila de coristas, a los primeros planos del tango y el cine nacional» “a fuerza de talento y voluntad” ¡qué hermosa frase!

 

En una entrevista, ya con sus tantos años, un joven le pregunta si había tenido muchos amores en su vida. Respondió: “Yo fui una mujer de muchas pasiones y de un solo amor. El amor yo lo llevo a todos lados: en mi cartera tengo una foto de Luis”.

Luis Sandrini el amor de su vida, actor argentino. Años intensos vividos juntos hasta que se separan. Jamás se volvió a enamorar. Luis fue su gran amor. Nunca se casó, no tuvo hijos y vivó sola hasta el final de sus días. Rodeada del cariño de amigos y admiradores.

 

De ella también la famosa frase: “Muchacha hacete el papanicolau” Se entregó a una campaña contra del cáncer de útero. Muchas agradecieron este gesto suyo, pues les fue detectado a tiempo el terrible mal. Un cáncer detectado a tiempo es curable.

 

Su pasión, su fuerza se puede observar en sus películas, en sus tangos y milongas: “Soy una tremenda pecadora, porque fui buscadora de amor. No me daba cuenta de que el amor no se busca, se encuentra”

 

Amó a su Argentina hasta el extremo. En su lecho de muerte se le escuchó decir: “No sé si hice algo por mi país, no sé. Pero lo quiero mucho. Yo lo amo a mi país. Me dio todo lo que soy”.

 

Impetuosa, de carácter fuerte, caprichosa (podemos decir) pero plenamente mujer.

Generosa al máximo. Ayudó a muchas obras benéficas y sobre todo a sus compañeros actores. A más de uno ayudó con dinero.

Tuvo depresión hacia el final de su vida y muere de cáncer de pecho a los 96 años de edad el 24 de diciembre del 2002.

 

“…hice de mí lo que quería y tengo el orgullo de haber sacado, de entre las mujeres, una mujer íntegra. Yo le di la cara a la vida y me la dejó marcada”

 

Criticada, condenada, hasta de puta tachada, mas siempre caminó con la frente en alto.

 

La vida no fue fácil para ella. Tenía en sus manos todas “las cartas” para ser una amargada, sufrida, derrotada, pero no fue así. Su temperamento la hizo levantarse, enfrentar la vida y vivir.

 

Hoy se la recuerda como una de las grandes argentinas. Fue reconocida en el 1990 con el galardón “Ciudadana ilustre de la Ciudad de Buenos Aires”. Otros galardones recibidos, pero su mayor galardón fue alcanzar una posición con esfuerzo siendo ella misma sin deberle nada a nadie. Abrirse camino en el mundo del arte siendo mujer en un mundo machista e hipócrita.

¡Honor a quien honor merece!

 

Tita querida

Que gran figura fuiste.

La vida la enfrentaste, no temiste.

La pobreza a los ojos viste, mas no te detuviste.

Fortaleciste tus alas y el vuelo emprendiste.

Dijeron, hablaron, juzgaron, maldijeron,

No fue tu preocupación lo que los otros refirieron.

Siempre caminaste con la frente en alto,

pues a nadie nada debiste, todo lo que tuviste, con empeño, lucha, obtuviste.

Un hermoso legado tú nos has dejado.

Fuiste puro talento latino y eres el orgullo de todo el pueblo argentino.

A ti mi respeto y admiración.