Hoy como ayer te quiero mía:
¡Mi vida!, con liviano tiesto
te tomo con el agua fría,
y, así renazco en justo duelo.
Hoy como siempre quiérote, alma.
Y quieres mi fermosa, Lía,
a ti miren más de veinte ojos
y sin valorar mis pupilas.
Los ojos míos ya te miran
y queman con el sol tu cuerpo;
incluso, pleamar del Carmen
que merma tu sutil cintura.
Hoy como todo te pretendo,
adoro como te derrumbas.