Tú me odiabas, simple como eso,
Me odiabas por atisbar las lisuras de tu alma,
Las imperfecciones de tu muslo, de tu boca, de tu espalda,
Por columbrar todo aquello que tenías, y lo que te faltaba.
Tú me odiabas, y seguro aun me odias,
He aprendido a vivir con ese hastío que me guardas,
Nada significa, nunca lo hizo realmente,
Y es que nos odiábamos, tan claro e indiferente.
Llano, como decir que jamás te quise,
Seco, como jurar que nunca, que nunca lo hice,
Indeleble, aun entre tanto odio así es,
Inefable, así fue todo lo nuestro, aún lo es.
Simple como estas rimas, claro como tus ojos,
Falso como tus mimos, fantasioso como el nosotras,
Nada y todo, excesivo y muy poco,
Aun no entiendo que fue lo de nosotras.
Tú me odiabas, y te odie en lugar de amarte,
Curioso, tú me lo enseñaste,
Quizá te amé, quizá no lo hice,
Y entre tanto odio quizá tú lo hiciste.
Aquí están, sin existir realmente,
Estos versos abstractos, abyectos, invisibles,
Y los besos indoloros, caducados, inservibles,
Quizás abrazos, quizás puñales, quien lo sabe.
Un sedante, un placebo y algo de veneno,
Nuestra receta nuestro secreto, aquello que no fue nuestro,
Que tuvimos y asesinamos, que concebimos y que negamos,
Tú, yo, la luna, la muerte, la fantasía.
Mentiras, delitos, pecados, delirios,
Placeres, historias y finales,
Y aun con toda esa historia de antagonistas,
Nos odiábamos, y quizás eso era mentira.