De sangre vengo sediento,
con espadas en las manos
buscando la savia roja
que da vida a los gusanos.
Con el descaro del viento
y el instinto de tiranos
como a una flor la deshoja
con sus rituales paganos.
La luna pierde el aliento
al ver los esfuerzos vanos
y esa lagrima que moja
su piel de tibios veranos.
Estrellas vengan de a cientos
de luto están los gitanos
y a la noche se le antoja
ver una tumba en los llanos.