Querida amiga:
Sé que cuando leas esta carta no te afectará lo que pongo en ella, ya que seguirás teniendo tantos admiradores como por desgracia siempre has tenido.
Cuando nos presentaron apenas si me gustaste, fue al paso de los días lo que hizo que poco a poco me gustara cada vez más estar contigo. Ya no me conformaba con verte sólo los fines de semana, luego también corría a tu lado los días de diario.
Fue tanto el gusto que le cogí a nuestra relación que ya apenas si salía con mis amigos. Poco a poco me fui apartando de ellos; unos porque no te querían y me aconsejaban que te dejase, otros porque también estaban enamorados de ti y no quería compartirte con ellos. Nuestra relación cada vez se hacía más íntima, ya no vivía más que para ti. Mi primer fallo fue ante ponerte a mi familia, por lo cual, los fui perdiendo a todos. Más tarde, y también por tu culpa perdí mi trabajo, al cual no le prestaba suficiente atención, y terminaron por despedirme.
¡Pero nuestra relación seguía adelante!
Era tal la dependencia que tenía por ti, que ya apenas si podía hacer nada si no te tenía a mi lado, añadiendo eso al tren de la vida que tenía que llevar, pronto me vi en la necesidad de tener que robar para poder estar contigo, aunque tú, no contenta con lo que le estabas haciendo a mi vida, cada vez me exigías más. Has derrotado mi vida y mi salud, hasta que las secuelas de todo ello me llevaron casi a la muerte.
Gracias a Dios me he dado cuenta a tiempo, de que tu relación sólo me trae desgracia. Es por eso que he decidido escribirte éstas líneas para romper nuestra relación, con la esperanza de que todo aquel que las lea y tenga la desgracia de conocerte pueda darse cuenta a tiempo de que también destrozarás su vida.
¡Hasta nunca!
P.D.: Si ya tienes la desgracia de conocerla, y tu amor por ella te impide dejarla, pide ayuda. Y sobretodo no se la presentes a ningún amigo.
Mame
10-03-2003