Degusté silencios asesinos
que mecían cunas de niños,
paladares ansiosos de hablar
y gargantas cerradas como candados.
Poder saborear el mar
mientras tocas las rocas.
Nunca pensé que el sol hablará,
más incluso que las propias musas.
Escuché su canto,que no parara,
era el deseo de aquel que narra.
Visité lugares insólitos,
pero siempre busqué la mar,
ví montañas de caramelo
pero yo prefiero la sal.
Aunque el mundo ahogue
viendo el mar, sé respirar.
Inefable para mortales,
intangible para ciegos,
morir sin verlo es pecado
como no hacer en la arena fuego.
Tan inmenso eres
mar, que ni tocarte puedo.
El sol alumbra la luna,
la sal aliña las rocas,
tomo aire que
mi olfato cual caballo, desboca.
La mar más perfumada que mil rosas.