Hoy en esta noche fría, te adueñas de mi mente.
Es algo común.
Porque desde que optaste por mudarte a mis ojos, me acostumbré a tu compañía nocturna.
Aunque no estés aquí conmigo.
Sé que donde quiera que estés, estás pensando en mi.
Me lo dice el corazón.
Me lo dicen tus sonrisas cada vez que me las regalas sin pedir nada a cambio.
Aunque yo instintivamente te regalo las mías.
Es otra noche en donde me siento solo.
Como si fuera la única persona en el mundo.
Cuando lo que realmente quiero, es ser la única persona en tu mundo.
Necesito de tu boca tal como tú necesitas de la mía.
¿Vas a negarlo?
Atrévete, y yo con un beso te demostraré lo contrario.
Te demostraré que te equivocas y que bajo la piel de nuestros labios existe un imán.
Ese imán que nos atrae y que no deja que nos separemos.
Una vez alguien me dijo que todo pasa por algún motivo.
Que no le tema a los sentimientos y que si no te arriesgas, no ganas.
¿Sabes quién me lo dijo?
La razón.
Tambien dijo que el amor es como un tren.
Ese tren que pasa en el andén donde tomas asiento y esperas.
No sabes qué estás esperando.
Sólo sabes que esperas algo... o alguien.
Alguien capaz de curar todas y cada una de tus heridas.
Secar tus lágrimas, calmar tus penas.
Pero sobre todas las cosas, darte lo que mereces.
Te mereces más que un palacio, más que cualquier espacio donde puedas navegar despacio.
Aunque el amor no se mida en bienes materiales.
Mi alma se materializa cada vez que te acercas... y me la robas.
Quién sabe a dónde te la llevas.
Ya me da igual.
Haz lo que quieras con ella.
Ambos sabemos que te pertenece, al igual que mi corazón.
Ya no verás mis poemas con los ojos de un espectador.
Sino con los ojos de la comprensión, y de sentirte identificada con cada palabra que relatan.
Sabes que estas palabras están escritas para ti.
¿Vas a negarlo?
Atrévete, y yo con un beso te demostraré... que eres mi necesidad.