nellycastell

Perdidos en el silencio (monólogo)

 

 

 

Hoy no sé dónde me encuentro, porque nada huele a amanecer. Y eso que dijiste que la fragancia venia de ti y es como si te escondieras de lo cierto. Pensé que siempre ibas a estar para cuando te necesitara y resulta que somos muchos los que padecemos de necesidad compleja y paupérrima, de esa que retuerce hasta a los mínimos sentidos y no sólo los del hombre. Yo estuve anoche sentada en una galaxia que habría su puerta y desvencijada crujía como a bisagras oxidadas por el tiempo caduco de los vivos. Aclimaté los presagios uno a uno y no pude contarlos porque se me hacía cansón hablar de lo mismo. Quise cambiar la historia y vinieron recuerdos con olor al desagrado y al fracaso de los que se frustran por lo inevitable. Comprendí entonces que todo cabe en las posibilidades de perder los sueños, porque ellos forman parte de nosotros mismos que muchas veces estamos inseguros de todo lo que nos rodea. Fui a conectar la lámpara que me ilumina las noches y su luz parecía un invierno retardado. Traté de suspender las voces y se escucharon entonces ecos inmaduros como si fueran de escarchas y bien aclimatados a un invierno que parecía eterno.

El gorrión que siempre sonreía cuando se columpiaba en recuerdos de nácar parecía cansado y exhausto de exclamaciones. Cuando fui a entregarme al sueño un ronquido que estremecía no dejó concentrar al éxtasis de ese final que todos esperamos...pero no clausuré la cortina abierta de la ventana que lleva al escenario de lo inconcluso y lo dejé correr todo sin que importara detener ya más nada de lo que he hecho, hasta el momento en que conversé contigo.