Con traje largo de nieve y rosa,
blanco tocado, velo de pureza
y guirnalda florida en la cabeza,
inerte yace la novia hermosa.
Desgraciada crisálida reposa
sin aliento, porque la muerte besa
en la frente, la pálida belleza
de la virgen que no llegó a esposa.
Con Ofelia, al funerario foso,
avanza el cortejo doloroso,
al repique de lúgubres campanas.
Atrás quedaron ilusiones vanas,
alegrías, miserias y ambiciones,
y tragedias que enlutan a naciones.
Carlos Oyague Pásara