Miraba a lo lejos
como el aire mecía el agua
y se formaban olas,
un paisaje relajante
no podía pensar en otra cosa.
De pronto, aparece una figura femenina
maravillosamente hermosa
piel blanca como la seda
sensual, con figura de sirena
de caminar cadencioso
destellando ternura por sus ojos,
custodiádos bajo coquetas petastañas
y una espléndoroza cabellera negra
que repartía su perfume a la montaña.
Contemplé por largo tiempo
como sus manos abrían espacio
y pudiéran bañarse sus lindos hijos
la ternura manifiesta imponía respeto
y al tacto de u manos
aquel oleaje bravío, se quedaba quieto
Ese paisaje de la imponente laguna
que en un principio miraba
se quedó pequeño
ante la hermosura que Diana reflejaba.
Caía la tarde y los pájaros silvestres
afinados, le cantaban en coro
veían lo mismo que yo, un Diosa en la laguna
de Santa María del Oro.