Los versos que yo mandaba
me nacían cual claveles
cuando mi alma galopaba
como un tropel de corceles.
Cada letra, cada acento
era un suspiro encendido,
que emanaba el sentimiento
de puro amor desmedido..
La tinta que yo escribía
se formaba de la brisa
que del Olimpo venía
y me la enviaba Artemisa.
El papel que utilizaba
eran pétalos de lirios
que Dios Pan también me daba
para escribir mis delirios.
Había hurtado la pluma
con cual escribía Esquilo,
y me perdía en su bruma
viviendo con alma en vilo.
A Socrátes: pregunté
¿Es posible mi deseo?
Me dijo: jamás hallé
el camino al Eliseo.
Si puede vivir sin tí,
sin ella podrás vivir
nadie que yo conocí
por amor llegó a morir.
Búscate un nuevo camino
talvez un dios te bendiga,
y encuentres otro destino
que termine tu fatiga!!
Autor: Aníbal Rodríguez.