No sé si fue la absenta o tus ojos,
Pero ese día me volví loco.
Hojas llenas de tinta,
sin sentido alguno,
Poeta me llamaban,
Y yo ni sabía lo que significaba.
Buscaba el bienestar en las boches de primavera.
Buscaba un lugar donde poder olvidar.
Me dabas la mano,
Suspiraba mi llanto.
Poeta, no soy,
Libre, tampoco.
De tus sueños del Barroco,
Vine a ser un lienzo.
Poeta de medianoche me llamaste,
Por las calles de este desastre.
Murcia nos miró,
Y la luna aulló.
Ni siquiera sé si tiene coherencia.
Ni siquiera sé si mis versos llegan a tu alma en pena.
Por dentro,
Podrido.
Por fuera,
Sonrisa fingida.
Quiero dejar de tomar pastillas contra mis manías.
A veces las rimas liberan,
Otras...
Te condenan,
Porque solo respiras así.
Y Murcia, que me vio crecer,
¿Qué dices ahora?
¿Qué dices ahora que he sobrevivido?
Me pusieron la zancadilla,
Dejé de creer,
Ahora mi fe está en tu piel.