Covafucker

A dos pequeños felinos.

Qué triste verlos partir,
lo vi alguna vez
y jamás lo pedí revivir.
Qué pesado mi sentir.

 

La muerte me persigue
y que bella que es,
mas no el sentimiento
de extrañar a quien no habló.

No hablaron al no poder,
pero sintieron sin saber.
Sus ojos aún no abrían,
qué bello mundo desconocían.

Nombres aún no tenían,
y ya eran parte de esta familia.
Ligeros cual plumas,
suaves cual peluches.

Luchadores de su vida,
pero ésta no les correspondía.
No tocaba vivirla,
por eso me corresponde escribirla.

Pasamos de contar ocho
a un pequeño siete.
Siete convertido en seis
aquella triste mañana.