flack

Aquel mundo del juego.

Nada posee tanto poder,

tanta pureza, como esa sonrisa,

la que no se perderá mientras seas niño;

el sonreír que obsequiaban las canicas,

el rumor alegre del girar del trompo,

la prisa por gritar gol al vencer la portería.

¡Ah! Cuanto sonreír este

presente de nuestro ser exige,

tan simple sería volar de nuevo

en el baldío las cometas,

ser un dios sobre una bicicleta

mientras el mundo quedaba atrás bajo sus ruedas.

Mientras seas niño,

serás a la vez todos tus héroes,

y en un rincón, entonces cuando vacío,

guardarás la imagen azul y eterna

de un mar visto por vez primera;

y en ese sitio dado por el alma,

se guardaran las canciones, los pupitres

y recreos, las comidas después de la escuela,

los tiempos benditos en que embebidos

del juego nunca fue difícil decir:

¡siempre seremos amigos!

Aún así, cumpliremos años,

veinte, treinta, cuarenta, cincuenta

o cien, quien sabe y que  importa,

mientras el sonreír y la risa sean de niño.