No te apresures, no te inquietes
cuando la lluvia se torna negra,
y las polillas rojas te comen por dentro,
a todos nos pasa,
que se nos envénena la sangre,
y se nos traba el corazón,
se nos torna gris la mirada,
y terminamos naufragando en un tranquilo lago,
creamos huracanes con inofensivas brisas
que pasan por el alma
y terminamos desolados,
como una tarde que se extiende demasiado
y se niega a terminar,
porque eres piedra de ceniza,
y eres sólida roca,
no te apresures ni te inquietes
cuando rompes una rama,
porque en tu caminar
muchas has de quebrar.