Varias veces en el día me he sentado en el sillón rojo al lado de mi cama, claro,
después de abrir la ventana que da al patio de la casa,
de esas ventanas por las cuales se divisan en el día varias montañas y en ocasiones, hermosas noches estrelladas,
o a veces, simplemente, brindan compañia, mientras se consume un cigarrillo?
de esas que se vuelven casi confidentes y que están presentes siempre, como pegadas,
en esos momentos de angustia, de alegría, de tranquilidad,
y no si es que estoy loco por hablar de mi ventana, pero no me importa, quizás suelo apreciar las
cosas mas simples, aquellas que siempre ignoramos, de las que nunca hablamos.
He de hablar de la ventana que se deja abrir y cerrar cada mañana para sentir el calor del sol,
y cada noche, para recordar aquel amor ...