Donde la playa sobre la arena
traza una raya, la mar serena.
Con mucho tacto, después la borra
volviendo al acto con su modorra.
Todas las horas así se pasa
y a las esporas va y las repasa.
Tan insistente con su cadencia
suave y ardiente, con su paciencia.
En cada empuje, cada arribada,
la brisa gime suave y taimada,
bajo mirada del sol ardiente
y la pisada de alguna gente.
La arena arrastra, la arena besa,
baja despacio, sube y no cesa.
Y aunque pudiera no se marea
y en su ceguera siempre acarrea.
Todo acontece sin desconsuelo
cuando el mar crece decrece el suelo.
Así es la vida, logro o fracaso,
tras la subida viene el ocaso.
Con su denuedo, con su prestancia,
fiel, es ejemplo de la constancia.
©donaciano bueno
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