Esa tarde que se perdía en torrentes negros
Y rayos quebrados, donde no nos entretejimos Los cuerpos, donde tu carne no cedió a mi piel libida.
Esa tarde devorada por la noche
desde las afueras de tu morada, recordando viejas Inocencias
Sentires olvidados que tomaban nueva vigencia
Con tu sonrisa infantil, oh tan hermosa e infantil
Que resonaba al columpiarte en esos juegos eternos
El respiro de una tormenta sacudía nuestro parque
Nuestro y de todas las estrellas temblorosas
Un beso de ti, yo sobre el cesped, tu sobre mi y sobre nosotros
La noche rasgada por relámpagos y niebla.
Un perro cariñoso y blanco, algo sucio de calle y polvo
Acudió a nosotros porque quería nuestro amor desenterrado de entre vicios y lujuria, tan prematuro y fuerte, entonces de noche
Nos recordamos lo que es amar y ser amado.