Que él parece no se entera, está ausente,
mirando a su interior, que a nadie espera,
vive en otro planeta, es evidente,
pues que aquí ya nada pinta, él es consciente,
dudando si esperar la primavera.
No desea mirarse en el espejo
que él vive entretejiendo una quimera,
por no reconocer que ya es un viejo.
Si le piden se niega a dar consejo,
volver a la niñez, lo que él quisiera.
Se pasa así las horas murmurando
haciendo de escribir su abrazadera,
y aquello que le incita comentando,
con ese hilo de voz casi temblando
a sabiendas que nadie le leyera.
Solo cambia el semblante si su nieta
le mira con sus ojos inocentes,
que aparta, cual hiciera anacoreta,
la tristeza a un estado de retreta,
respondiéndole con gestos sonrientes.
©donaciano bueno
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