La vida nos pone a todos
sus escaramuzas por tiempo.
Nada es eterno…
eterno es sólo el gran señor,
y como ese no hay dos.
Madre una sola existió
la que trajo al mundo un ser.
Como a esa,
por sobre todas las cosas,
es la que siempre
hay que querer.
La vida nos pone
la alegría y la tristeza
pero también
nos pone desengaños
esos que en el corazón
mucho nos pesa
haciendo tanto daño.
No obstante a la vida
debo agradecer
que me de todos los días
ansias de querer.