Marina Villar

Murmuran ciudades

Despertándose al alba

se yergue con el susurro del tren.

Desde el pelo hasta los pies

su cuerpo es recorrido

por peones de ajedrez

 

Las máquinas convulsionan feroces

danzando la coreografía del ayer.

Humean cigarrillos culposos.

Se alza el plomo a las nubes.

Se desangra el cielo y nos moja.

 

Como en bosques encantados

ronronean los cuervos,

buscan aire los árboles sollozos

y reviven las espinas de las flores.

Los afortunados esquivarán la rutina

y se sofocarán los hipnotizados.

 

Se agita el fuego de las luces

al derrocarse la noche.

Derrumbada se ahogará en llanto.

Agobiada de su propia sombra

intentará escapar en penumbras.

 

Espiral de comienzos y finales.

Recurrente el sueño de alejarse.

Recurrente el despertar a cielo abierto.

Reinventarse…

Ciudades que hablan un idioma secreto.

 

Triste aquella que tan llena

vive y muere tan sola.