Despertándose al alba
se yergue con el susurro del tren.
Desde el pelo hasta los pies
su cuerpo es recorrido
por peones de ajedrez
Las máquinas convulsionan feroces
danzando la coreografía del ayer.
Humean cigarrillos culposos.
Se alza el plomo a las nubes.
Se desangra el cielo y nos moja.
Como en bosques encantados
ronronean los cuervos,
buscan aire los árboles sollozos
y reviven las espinas de las flores.
Los afortunados esquivarán la rutina
y se sofocarán los hipnotizados.
Se agita el fuego de las luces
al derrocarse la noche.
Derrumbada se ahogará en llanto.
Agobiada de su propia sombra
intentará escapar en penumbras.
Espiral de comienzos y finales.
Recurrente el sueño de alejarse.
Recurrente el despertar a cielo abierto.
Reinventarse…
Ciudades que hablan un idioma secreto.
Triste aquella que tan llena
vive y muere tan sola.