Bien, te diré lo que tú quieres oír,
ya puedes ir sonriendo
puedes alegrar tu corazón…
me dejaste llorando, sin consuelo.
Sí, tienes razón… yo nunca te olvidé,
ya puedes ensanchar tu pecho
para que puedas reír…
pues a burlarte es que has venido.
Pero más vas a reír…
cuando sepas toda la verdad;
no es por ti que no te olvido,
es que te llevaste mi consuelo.
Y no te olvidé, lo acepto,
porque me dejaras la casa vacía
no de ti, ni de tu amor
que yo sabía, ya no lo tenía.
Aquella triste noche
al volver a casa, ya te habías ido…
nadie me recibió, ni con hipocresía
pero te llevaste a quién más yo quería.
¿Acaso no pensaste que ella sufriría?
que por todo el amor que le había dado
y por los años a nuestro lado…
¿Ella también me extrañaría?
Y lo hiciste por venganza… ¿de qué?
ahora vivo… sin consuelo,
y era tan pequeña y amorosa…
que aún conservo su camita.
Tenía esos ojos de gata… tan lindos!
que brillan en la oscuridad, como las su especie
ahora ya sabes por qué no te olvidé,
¡Por consuelo… mi hermosa gata!
Delalma
Miércoles, 31 de marzo de 2010