Tenemos en el alma misterios tan sutiles
que nunca, ni los sabios, los pueden discernir,
y son tan inefables, tan hondos y febriles,
que a veces nos confunden la forma de vivir.
En esa misteriosa, tan triste ambivalencia,
se pierde siempre el todo del gran conocimiento,
aún aquellos bardos de noble incandescencia,
se quedan siempre cortos plasmando el sentimiento
Algunos los dibujan con verdes esperanzas,
que llevan la ternura de místico salterio,
mas otros nos los pintan con negras destemplanzas
quedando siempre envueltos en sombras de misterio.
Mas digo que los seres, de dioses son esencia,
de aquellos que adoraron Cleóbulo y Virgilio,
vinieron con el estro que brinda la conciencia,
que dicta los principios que al mundo dan auxilio.
A veces que me siento que llevo sangre de Eros,
sus alas me transportan, llevando los anhelos
del dios mas generoso, que cuida con esmeros
a todos lo que tienen de amor sus regios velos
Autor: Aníbal Rodríguez.