Llegó la primavera,
verdeó el valle,
floreció el almendro
y mostró sus florecitas blancas y rosas.
El árbol deseó besar con ternura.
Un mal día de lluvia y vientos intensos,
se marchitaron y secaron sus flores y hojas
que cayeron tapizando el campo.
El almendro lloró su soledad.
El sol acarició su copa,
y en sus ramas desnudas
brotaron numerosos capullos.