Alexander Vortice

PROMESA DE OCCIDENTE

Jugando a ser adultos el brío

de los gobernantes se volvió estúpido.

Occidente semejaba

una mano fatigada, vanidosa…

¡Maldito el día, hermano,

en que aposté por ser humano y tan sólo

obtuve rencor y lenguas de trapo!

Maldito yo en mí, contigo y con ellos.

El hombre es un lobo para sí mismo

y mi dolencia ya no es muerte intensa.

 

Promesa de Occidente: hoy te caes

como se caen los dientes de un boxeador

venido –lánguidamente- a menos.