Hoy... amanecí
con tu nombre en mi boca,
con los ojos húmedos
y la mente negra.
Hoy doña muerte
ha salido a pasear,
en un absurdo cortejo
de árboles quietos.
El viento...hace que tenga
estalactitas en mi voz
y mi cuerpo cruje en silencio,
como el esqueleto,
en el aniversario de su muerte.
No puedo secarme los ojos,
hay una tormenta enredadora,
y no cesan de llorar.
Se hincha mi pecho
y mi hija duele por dentro,
oigo el gemir de los violines
recitando sus poemas,
con sonidos de viento.
Escucho su voz,
perdida en el aire,
mi alma se convierte en acero
y mi bondad en mármol,
demasiada vida he vivido,
demasiada muerte he muerto,
cuánta vida abre muerto,
y cuánta muerte habré vivido.
Me sigues hija gritando,
y alargo la mano de mis ojos,
pero me echas encima,
la noche de los astros muertos.
Notas fúnebres,
que agonizan en mi voz,
hoy la cuna de mi muerte,
se mece en el vacío.
P.M Pedro Monroy Gemio