Madre desde que prendiste raudo vuelo,
Como una bella y ágil paloma blanca,
hacia la inmensa bruma oscura y espesa,
mi corazón guarda riguroso duelo.
A veces te veo revolotear
por el alto campanario de la iglesia,
Posárte sobre las flores del jardín,
Señalando aquellas que debo cortar
Y llevar al jarrón de la sacristía,
! Vuela y vuela cerca de mí Madre Mía !
Siento tu suave y ágil aletear,
Siempre tú derramas dulzura y amor.
Bendiciones a nuestro hogar cada día.
Miro al cielo y te busco entre las estrellas
Algún día te alcanzaré madre mía.
Acurrucada a tú regazo estaré.