Niña, mujer, sorprendida
enorme, como el universo
tus ojos devoran, poco a poco
la realidad de la vida.
Sopla con el alma de tu aliento
la faz de mi tierra
y cuando llegues al mar
suave, peina mis cabellos.
Hermosa niña de los vientos
que los árboles, te saluden
dejándote pasar
seguros de tu regreso.
Hasta que en tu cintura
la luna esconda sus puntas
dejando que el sol
pariera el horizonte nuevo
en medio de cantos
y tibieza esperanzada