De las manos astilladas y los nudillos entumecidos,
dejaré la brutalidad en el bolsillo,
para presentarme en la caricia.
De los ojos enrojecidos y las patas de gallo,
dejaré el seño preocupado, para alisar mis arrugas.
De tus complejos y ambiciones firmaré conforme tus caderas,
de entre las pasarelas recogeré tus cucharones.
De las laderas de mis orgasmos prematuros,
aguantaré tu espera agitada,
para arrojarnos juntos al vacío.
Y así... sincerados y escandalosos
estallaremos nuestros cuerpos luminosos
en la realidad del día.