No soy uno más,
como los otros;
ya que soy afortunado,
puesto que duermo a tu lado
las tristezas y las risas
de los sueños ya pasados.
Soy el báculo,
y soy la estera
donde se apoyan tus dudas,
donde descargas tus flemas
y el tiempo se hace remanso.
Aun así no soy tu anhelo
cuando la brisa se eriza,
y convierte el ascua en fuego
que hace volar tu sonrisa
a otros cielos pasajeros.
Y si de volar se trata,
volando caminaremos,
pues por mucho que soñemos
que la vida se desata,
hay un nudo, ya de plata,
que nos sujeta el deseo...