la paz
de las rosas que nunca se marchitan
conquista mi pecho.
pasea a hurtadillas entre mis labios,
luego baja a mi garganta
como el secreto blando del nacimiento
y acaricia mi voz.
hay un Silencio de las rosas.
el Silencio sin espinas y sin inviernos
que humilla a las palabras
y se queda con el perfume de la luz desnuda,
poesía escrita con tinta de magia
entre las moléculas de amor
que vienen y se va
por la avenida de mi sangre
de un corazón a otro.
de un idioma a otro.
de un yo anciano a la niña
cuya voz podía tocar el cielo
de cualquier sonido, menos
el de la paz.
12.11.2015
© Diana Cosma