Peligro: Contenido religioso.
Eclesiástico 2, 1-13
La prueba de Alfredo
I
Escuchando la palabra desde tierras lejanas
¿Cómo es posible no haberlo notado, antes?
Viendo cómo mi fe se escapa de mis manos
como el cordero se aparta del rebaño.
¿Necesitas un infierno para sentirte vivo?
Un castigo para ser una mejor anima
¿Algún reglamento que cumplir y sentirte santo?
Un paraíso para sentirte salvo.
Ahora veo que soy consumido por la mayoría de mis pecados
me siento mundano, necesito ser salvado y purificado;
pero la muchedumbre se pelea por decidir cual es tu nombre
tan ignorantes.
Necesito ser más como los feligreses
enaltecer mi fe con creces,
vagando en busca de penitencia
¿A dónde fueron los viejos maestros?
Estoy cansado de pedir perdón por mi falta y volverla a repetir
atrapado en esta, mi penitencia sin fin,
lleno de opciones y caminos que sé que no puedo cumplir
veo la prueba pero no la puedo seguir.
Y es esa incapacidad la que me convierte en Judas,
el pequeño mentiroso y traidor
prometiéndote salir victorioso de cada hiedra en el camino
pero caigo en pecado.
Agradezco entonces que dejes tu prueba de fe en mí
convertirme en el pastor por cuales las ovejas han de seguir.
Sin embargo, has olvidado un detalle:
soy indigno.
II
¿Y adónde va esta deidad cuando cierro el libro sagrado?
¿Señor mío a dónde te has ido o de mí te estás ocultado?
¿Por qué tus seguidores se han convertido en hipócritas?
Tengo miedo de ser igual a ellos.
Alto es el nombre del Señor,
y su nombre deberías respetar.
Yo no soy digno de que entres en mi casa
y no creo que una palabra tuya baste para sanarme.
Tú eres la luz en mi camino
pero mis ojos pecaron y los tuve que arrancar.
Señor tanto tiempo tu nombre he predicado,
hasta que mi lengua se cansó de tanto rezar.
Cuarenta días y noches puedo esperarte en este mundo terrenal
ni uno más.
Tanto tiempo lo estuve intentando pero siempre he de fracasar
aunque mi corazón está recto y seguro de una cosa; es tiempo de redimirme.
Señor dame de beber el padre, el hijo y el espíritu santo
hazme creer que existes y que estás conmigo.
Es mi turno ahora,
mi prueba final, mi momento
pero primero devuélveme,
devuélveme mi fe.
Alguien me es ajeno,
y en las afueras de mi hogar predica su palabra.
alguien me está llamando
he visto la luz y palabra divina que he olvidado predicar.
Cuarenta días y noches
he vagado en desiertos ignorantes
rogándole a las piedras que se conviertan en panes,
éter bendito, ¿Por qué no puedes saciar mi hambre?
Necesito sentirme a salvo,
una prueba que dejar a lado
María Antelma
he aquí tu regalo sagrado.
III
Toma almas
llévate lo demás
no lo necesito.
El resto es incorpóreo
Es tan difícil creer con los ojos cerrados.
Por favor perdona a este tu hijo
las palabras salen de mis labios
no fue culpa mía el dudar.
Pequeño, indefenso
lleno de dudas en un corazón tan afligido
pero tú, siempre has tenido miedo,
al sentirte tan pequeño.
Escucha su corazón
siente su flama
llénate de júbilo
y piérdete en ello.
Oh, este mi corazón indigno
es tiempo de comenzar tu prueba final.