Ahora de nuevo soy
esclavo de tu mirada.
Esa que se quedara guardada
en el recuerdo.
Cargada en delicados brazos.
Veo que llevas la misma
miseria que lleve yo.
¿Pero serás igual durante
las noches?
¿Seremos los dos,
dos seres de poca vida,
que paseamos entre las
bocas calladas de la noche?
¿Tu almohada y tu cama
tendrán la misma ausencia,
que padecen las mías?
Estas tan quebrantada
como yo.
Como de arropado por el dolor.
Hablarte fue como entrar
en una tormenta.
Donde los rayos, los vientos
y las olas te quieren hacer naufrago.
Estoy tan solo,
tan desesperado.
Pero de tus labios,
que saben a pecado mortal.
A esa lujuriosa pasión.
Esos labios no podrán tocar
los míos.
Ni sentirán mis dedos,
sutiles dedos de escritor,
de poeta, de pintor.
Ni de tus cabellos podre
probar textura.
Ni poder tener de su
aroma.
De ti solo tengo esta miseria.
Dolor copioso que no se
cansa de atormentarme.
Una mezcla entre lágrimas,
el insomnio intruso.
Eyaculaciones vacías que cruzan
el espacio inerte de mi cuarto.
La mezcla de mis suspiros sollozos.
Repetidos lamentos.
Y mi cuerpo con hambre
de tu pecado.
Solo me queda ser esclavo
de tu boca. Porque tus palabras
llegan y se depositan
en mi.
Pero me lastiman como
piedras. Cortan como el cristal.
Eres mi miseria,
pecado que no probare.
Perdición tan deseada.
Como si vivir dependiera
de ti. Como si tu le
dieras vida a la vida misma.
Serás aquello que recordare
como intocable.
Serás mi pésame para el “yo”
que murió en tus orillas.
Naufrago de tus mares.
Serás todo aquello que me
causara dolor hoy, mañana
y para siempre.
La mujer, la única mujer
que ame hasta que dolió.
La única que ame en el
silencio.
La única que amare
de la manera en que
lo hice.
La única que ame
con desesperación.
Con necesidad de estar
atrapado en tus carnes.
Y consumido, tragado
por tu sexo.
Quedaras como la mujer
de mis poemas.
Quedaras como letras
y carne.
Me quedare aquí
sollozando suspiros.
Lamentándome de
haberte amado de
la manera en que
lo hice.
Sere mas que miserable.
Y mas que un lamento.
Seré aquel que rechazaste
entre tu incertidumbre
y tu infelicidad.
Seré ese que recordaras
en tus momentos
mas íntimos, como aquel
que estuvo dispuesto
hacer de si pedazos de colores
para hacer de tu vida,
una mejor.
Pero que simplemente
trataste como un perro callejero.
No seré nada más
que un vago recuerdo.
Pero tu serás todo.
Porque fuiste todo,
mi todo.
Ya no me queda nada.
Más que lamentarme.