Un día me convertiste en el cisne de tu vida,
cuando danzaste por el lago redondo de mis ojos
ofreciéndome el fresco sabor de tus labios impetuosos
que me llevaron por el universo de los antojos.
Como una marea impulsaste a que abriera la puerta
ya que pintaste todos tus colores en la aurora despejada,
con la locura de llevarme hasta el naufrágio
por tu audaz duelo de destellos en mi marejada.
El mar y tú, nadaron a mi encuentro
para que entrelazara mis sueños en el viento
y formar un dueto melodioso con el cielo
cuando las manzanillas se abrieran entre besos.
Lograste que la ilusión se vistiera de velero
para ir recorriendo todos los puertos en un juego.
Mientras las olas saltaban dichosas en su esmero,
me salpicaron con el misterio de su fuego.