Me duermo pensando en ti
y así recuerdo quien fui.
El hombre que era
en mis tempranas primaveras.
Joven ingenuo, vacilante.
Incauto en las traiciones,
con una sonrisa fabricada
casi obligada. Impuesta
para acallar las amarguras,
los temores del alma.
Al principio no me eras bella,
tal vez porque no entendía
el valor de la exclusividad.
No comprendí a tiempo
tu belleza de ser única,
tu belleza de ser genuina,
tu belleza de amar primero,
tu belleza de ser bella.
Me disculpo a mí mismo:
era un chico tonto e indefenso.
Las oportunidades únicas
pasan volando o corriendo.
Tras librarse la batalla adentro
salió victoriosa la confesión.
Pero creo que los conflictos
distorsionan el tiempo.
Tarde, cuando regresé a ti,
a otro ya habías dicho “sí”.
No importa, acepto mi derrota.
de los errores se debe aprender.
Para la próxima será diferente,
Pero, aquí hay un problema,
Uno grande, hondo y alto:
¿Qué otra oportunidad?
Porque no existen dos tú,
solo existe una,
y esa una:
eres tú.