Y entonces. Te tengo aquí, entre mi palma de guillotina, tapando a la voz de
tu crepúsculo con la otra mano y sumergiéndote sin salvaguardas… ¡en mí!
Y en entonces. Te veo, expuesta a los aranceles del tiempo, crédula de una
verdad que se predica en el suicidio de los atrezos de un des amor, quizá más
claro y menos tosco, quizá más limpio y menos duro… quizá contigo sea futuro.
Y entonces. Te inventas los cortejos que desconozco y el ácido de mi abrazo
sugiere una segunda partida, donde, cruelmente remordida y fielmente a tus
guaridas, al desnudo aun esperas mis ocasos.
Y entonces. La pregunta vuelve y surge… ¿Y entonces?
Con mi mugre mente y tú santísima saliva
¿Seré no más que otro hijo de puta que llego a tu vida?