( A mis tres pequeñas criaturas)
No consintáis que el brutal segundero
colonice de estériles y secos abismos
la ausencia de vuestro gesto,
los gritos sin voz,
la poesía ancláda.
No permitáis que las ráfagas de interrogaciones
enfilen horizontes y repuéblen mañanas.
Arrancad el lazo, desembalad el pulso y abrid la vida.
Mirádla de frente y tomar, a bocajarro, sus entrañas.
No ceséis de caminar,
en alto la cabeza.
Empuñad vuestra verdad, seccionando de los tobillos
las enredaderas y la maleza.
Seguid el rumbo soleado de la conciencia,
avanzad con decisión,
defendiendo cada verso con firmeza.
Yo seguiré llenando nuestra caja de cartón
de pinzas de ombligo, pequeñas siluetas de manos
y dientes caídos,
de dibujos emborronádos,
vuestros primeros patúcos
y chupetes usados.
Desgarraré el recuerdo
para abriros camino,
rescatando de la estela de mi aliento
aquel viejo baúl del salón,
repleto de lápices de colores, flores de papel,
cuentos llenos de polvo, alguna canción
y mis “te quíeros” volando entre las pelusas de vuestra voz.
Aún briznas menudas de luz y piel,
recortáis planetas de fieltro, verde y morado
que pegaréis sobre las cláusulas del contrato firmado:
trabalenguas cuerdos, caricias laborables,
colillas de instantáneas felices…
Y la letra pequeña de las cicatrices.
AUTORA MERCHE MONROY FERNADEZ